Por Ignacio López-Calvo
¿Quién no recuerda la actitud de protesta de los atletas norteamericanos Tommie Smith y John Carlos con la cabeza gacha y el puño enguantado en alto cuando, durante los juegos olímpicos de 1968, protestaron silenciosamente el maltrato a la comunidad negra en Estados Unidos? En aquellos años sesenta, otros deportistas mostraron su valentía y se jugaron sus carreras e incluso la vida con sus airadas protestas: el boxeador Mohamed Alí fue a la cárcel por negarse a luchar en Vietnam y los pívots Kareem Abdul-Jabbar, Bill Russell, entre muchos otros, se unieron en una voz única de indignación contra las injusticias sociales dentro y fuera de las fronteras nacionales.
Pues bien, ¿qué ha sido del atleta que aprovecha su visibilidad social para protestar contra las injusticias sociales? ¿Es que ahora no protestan? ¿Es que a la sociedad no le importa lo que pueda decir o no un deportista? En el caso de la NBA, que es con el que estoy yo más familiarizado, ha habido algunos casos de jugadores que han protestado abiertamente contra la política norteamericana en Irak y otros asuntos de corte político, como por ejemplo Ira Newble, Etan Thomas, Nick Van Exel, Adonal Foyle y el más famoso de todos ellos, el canadiense Steve Nash. El problema es que la prensa ha elegido, por lo general, ignorarlos olímpicamente (nunca mejor dicho). Peor aún, la NBA, según dicen, regañó a Nash por llevar una camiseta durante el partido de las estrellas que decía algo así como "tira a canasta no con un rifle”. Y más recientemente, aunque David Stern, el sumo pontífice de la NBA, lo niega, el pívot de los Washington Wizards, Etan Thomas, se ha quejado de que le mandaron una carta exigiéndole que dejara de protestar en manifestaciones y otros eventos contra la política de Bush. Pero ¿y los demás? ¿Qué pasa con Magic Johnson, Larry Bird, Michael Jordan, Kobe, Shaq, LeBron y compañía?
Hasta no hace mucho, aunque de vez en cuando se les criticaba por ello, no habían dicho ni pío, pero últimamente tanto LeBron James como Kobe Bryant han prometido protestar durante los juegos olímpicos contra la política china en Darfur y contra los abusos de este país contra los derechos humanos. Me parece bien, por supuesto, pero que se vayan preparando a contestar preguntas de las prensa china sobre los abusos contra los derechos humanos cometidos también por Estados Unidos en Guantánamo, la cárcel de Abu Ghraib en Irak y demás.
En cualquier caso, es una señal de que, por fin, las cosas están cambiando. El año pasado LeBron James se negó a firmar una carta de su compañero de los Cleveland Cavaliers, Ira Newble, en la que se protestaba contra la política de China en Darfur. Doce de sus compañeros la firmaron, pero no él. En aquel momento la excusa de James fue que tenía que informarse mejor antes (no cual no me parece una mala idea), pero todo el mundo especuló que se trataba más bien del contrato de 90 millones de dólares que tiene con Nike y los intereses de esta compañía en el gigante asiático. Ahora LeBron ha explicado públicamente que ya se considera informado y que protestará, preferentemente en conjunto con el equipo nacional de baloncesto. Según dice, la vida de la gente y los derechos humanos son más importantes que ningún contrato. Kobe Bryant, Steve Nash, Tracy McGrady, Luol Deng, Derek Fisher, Baron Davis, Grant Hill, Emeka Okafor y Andrew Bynum, entre muchos otros, se han sumando también al liderazgo deportivo que protesta contra el genocidio cometido por el gobierno sudanés en la región de Darfur. Y todo gracias a la campaña de Ira Newble, quien viajó personalmente (junto con Tracy McGrady, de los Houston Rockets) a los campos de refugiados de Chad, en la frontera con Darfur.
¡Aleluya! Más vale tarde que nunca… a ver si toman nota Michael Jordan, Charles Barkley (quien, en una muestra de abominable falta de inteligencia, le ha criticado a LeBron James aludiendo a los intereses económicos y de expansión de la NBA en China) y compañía. Pero, como digo, que se vaya informando de paso James para poder contestar bien a las preguntas que, sin duda, le van a hacer los periodistas chinos sobre su propio país.
Otro tanto está pasando con actores y actrices de Hollywood, los cantantes, los presentadores de televisión como Brad Pitt, Angelina Jolie, George Clooney, Sheryl Crow, Mia Farrow, Ellen DeGeneres y Don Cheadle, quienes cada vez se muestran más comprometidos con asuntos de carácter sociopolítico. De hecho, hace poco el director de cine Steven Spielberg abandonó su posición de director artístico de los juegos olímpicos en protesta contra la política china en Darfur, donde entre 200.000 y 450.000 personas de minorías étnicas que no son árabes ni musulmanes han sido asesinadas en los últimos cinco años por el gobierno de Sudán y otras 2,5 millones han tenido que huir a campos de refugiados. Si los gobiernos del mundo cierran sus ojos contra tanta atrocidad y crímenes de lesa humanidad, los ciudadanos tendremos que hacer algo.
Y esta nueva actitud no es más que un reflejo de los cambios sociales que se están dando en Estados Unidos. Recuerdo que lo primero que me sorprendió al venir a este país hace ya diecisiete años fue el total desinterés de mis nuevos alumnos por la política y, en general, por lo que pasaba en el mundo. Yo venía de la Universidad Complutense, donde habíamos perdido medio año de clases en el año escolar 1986-1987 en protestas contra las reformas educativas y contra la primera guerra del golfo, y me sorprendió que en el campus de la Universidad de Georgia donde yo estaba se evitara hablar de política y no se perdiera ni una sola clase por huelgas.
En la universidad norteamericana, por lo que yo vi en aquellos años, se había perdido el compromiso político que tan famoso había hecho en el mundo entero a los campus de Berkeley, Kent State, Luisiana State University, entre muchos otros. Ahora parece que la cosa va cambiando: uno se da cuenta de que, por fin, los alumnos empiezan a estar un poco más informados de lo que pasa más allá de sus fronteras o que, al menos, intentan informarse. Aunque, cada vez más, los periódicos de Estados Unidos están controlados por tres o cuatro corporaciones, existen los blogs de internet y muchas otras maneras de estar al tanto de lo que pasa. Ya no tienen excusa que valga.
Afortunadamente, empieza a existir una conciencia social con respecto al medio ambiente, la política exterior de Estados Unidos, los derechos humanos dentro y fuera de las fronteras, el problema de la inmigración, etc. Esta bienvenida actitud de las nuevas generaciones, que, sin duda, se debe a los infinitos errores de George Bush, empieza a hacerse notar a otros niveles y sectores de la vida norteamericana, incluyendo los deportistas y actores. En fin, como dije antes, más vale tarde que nunca. ¡Gracias, Bush, por despertar la conciencia social de la juventud norteamericana liderando el gobierno menos popular desde que se hacen sondeos!
¿Quién no recuerda la actitud de protesta de los atletas norteamericanos Tommie Smith y John Carlos con la cabeza gacha y el puño enguantado en alto cuando, durante los juegos olímpicos de 1968, protestaron silenciosamente el maltrato a la comunidad negra en Estados Unidos? En aquellos años sesenta, otros deportistas mostraron su valentía y se jugaron sus carreras e incluso la vida con sus airadas protestas: el boxeador Mohamed Alí fue a la cárcel por negarse a luchar en Vietnam y los pívots Kareem Abdul-Jabbar, Bill Russell, entre muchos otros, se unieron en una voz única de indignación contra las injusticias sociales dentro y fuera de las fronteras nacionales.
Pues bien, ¿qué ha sido del atleta que aprovecha su visibilidad social para protestar contra las injusticias sociales? ¿Es que ahora no protestan? ¿Es que a la sociedad no le importa lo que pueda decir o no un deportista? En el caso de la NBA, que es con el que estoy yo más familiarizado, ha habido algunos casos de jugadores que han protestado abiertamente contra la política norteamericana en Irak y otros asuntos de corte político, como por ejemplo Ira Newble, Etan Thomas, Nick Van Exel, Adonal Foyle y el más famoso de todos ellos, el canadiense Steve Nash. El problema es que la prensa ha elegido, por lo general, ignorarlos olímpicamente (nunca mejor dicho). Peor aún, la NBA, según dicen, regañó a Nash por llevar una camiseta durante el partido de las estrellas que decía algo así como "tira a canasta no con un rifle”. Y más recientemente, aunque David Stern, el sumo pontífice de la NBA, lo niega, el pívot de los Washington Wizards, Etan Thomas, se ha quejado de que le mandaron una carta exigiéndole que dejara de protestar en manifestaciones y otros eventos contra la política de Bush. Pero ¿y los demás? ¿Qué pasa con Magic Johnson, Larry Bird, Michael Jordan, Kobe, Shaq, LeBron y compañía?
Hasta no hace mucho, aunque de vez en cuando se les criticaba por ello, no habían dicho ni pío, pero últimamente tanto LeBron James como Kobe Bryant han prometido protestar durante los juegos olímpicos contra la política china en Darfur y contra los abusos de este país contra los derechos humanos. Me parece bien, por supuesto, pero que se vayan preparando a contestar preguntas de las prensa china sobre los abusos contra los derechos humanos cometidos también por Estados Unidos en Guantánamo, la cárcel de Abu Ghraib en Irak y demás.
En cualquier caso, es una señal de que, por fin, las cosas están cambiando. El año pasado LeBron James se negó a firmar una carta de su compañero de los Cleveland Cavaliers, Ira Newble, en la que se protestaba contra la política de China en Darfur. Doce de sus compañeros la firmaron, pero no él. En aquel momento la excusa de James fue que tenía que informarse mejor antes (no cual no me parece una mala idea), pero todo el mundo especuló que se trataba más bien del contrato de 90 millones de dólares que tiene con Nike y los intereses de esta compañía en el gigante asiático. Ahora LeBron ha explicado públicamente que ya se considera informado y que protestará, preferentemente en conjunto con el equipo nacional de baloncesto. Según dice, la vida de la gente y los derechos humanos son más importantes que ningún contrato. Kobe Bryant, Steve Nash, Tracy McGrady, Luol Deng, Derek Fisher, Baron Davis, Grant Hill, Emeka Okafor y Andrew Bynum, entre muchos otros, se han sumando también al liderazgo deportivo que protesta contra el genocidio cometido por el gobierno sudanés en la región de Darfur. Y todo gracias a la campaña de Ira Newble, quien viajó personalmente (junto con Tracy McGrady, de los Houston Rockets) a los campos de refugiados de Chad, en la frontera con Darfur.
¡Aleluya! Más vale tarde que nunca… a ver si toman nota Michael Jordan, Charles Barkley (quien, en una muestra de abominable falta de inteligencia, le ha criticado a LeBron James aludiendo a los intereses económicos y de expansión de la NBA en China) y compañía. Pero, como digo, que se vaya informando de paso James para poder contestar bien a las preguntas que, sin duda, le van a hacer los periodistas chinos sobre su propio país.
Otro tanto está pasando con actores y actrices de Hollywood, los cantantes, los presentadores de televisión como Brad Pitt, Angelina Jolie, George Clooney, Sheryl Crow, Mia Farrow, Ellen DeGeneres y Don Cheadle, quienes cada vez se muestran más comprometidos con asuntos de carácter sociopolítico. De hecho, hace poco el director de cine Steven Spielberg abandonó su posición de director artístico de los juegos olímpicos en protesta contra la política china en Darfur, donde entre 200.000 y 450.000 personas de minorías étnicas que no son árabes ni musulmanes han sido asesinadas en los últimos cinco años por el gobierno de Sudán y otras 2,5 millones han tenido que huir a campos de refugiados. Si los gobiernos del mundo cierran sus ojos contra tanta atrocidad y crímenes de lesa humanidad, los ciudadanos tendremos que hacer algo.
Y esta nueva actitud no es más que un reflejo de los cambios sociales que se están dando en Estados Unidos. Recuerdo que lo primero que me sorprendió al venir a este país hace ya diecisiete años fue el total desinterés de mis nuevos alumnos por la política y, en general, por lo que pasaba en el mundo. Yo venía de la Universidad Complutense, donde habíamos perdido medio año de clases en el año escolar 1986-1987 en protestas contra las reformas educativas y contra la primera guerra del golfo, y me sorprendió que en el campus de la Universidad de Georgia donde yo estaba se evitara hablar de política y no se perdiera ni una sola clase por huelgas.
En la universidad norteamericana, por lo que yo vi en aquellos años, se había perdido el compromiso político que tan famoso había hecho en el mundo entero a los campus de Berkeley, Kent State, Luisiana State University, entre muchos otros. Ahora parece que la cosa va cambiando: uno se da cuenta de que, por fin, los alumnos empiezan a estar un poco más informados de lo que pasa más allá de sus fronteras o que, al menos, intentan informarse. Aunque, cada vez más, los periódicos de Estados Unidos están controlados por tres o cuatro corporaciones, existen los blogs de internet y muchas otras maneras de estar al tanto de lo que pasa. Ya no tienen excusa que valga.
Afortunadamente, empieza a existir una conciencia social con respecto al medio ambiente, la política exterior de Estados Unidos, los derechos humanos dentro y fuera de las fronteras, el problema de la inmigración, etc. Esta bienvenida actitud de las nuevas generaciones, que, sin duda, se debe a los infinitos errores de George Bush, empieza a hacerse notar a otros niveles y sectores de la vida norteamericana, incluyendo los deportistas y actores. En fin, como dije antes, más vale tarde que nunca. ¡Gracias, Bush, por despertar la conciencia social de la juventud norteamericana liderando el gobierno menos popular desde que se hacen sondeos!
*U.S. copyright law prohibits reproduction of the articles on this site "for any purpose other than private study, scholarship, or research" (see Title 17, US Code for details). If you would like to copy or reprint these articles for other purposes, please contact the publisher to secure permission.