domingo, 11 de marzo de 2012

Video of my talk on Mario Bellatín's works at Florida International University


Video of my talk, titled “Writing and the Japanese body in Mario Bellatin’s fiction,” delivered at Florida International University (Miami), on November 16, 2011


 *U.S. copyright law prohibits reproduction of the articles on this site "for any purpose other than private study, scholarship, or research" (see Title 17, US Code for details). If you would like to copy or reprint these articles for other purposes, please contact the publisher to secure permission.

    viernes, 2 de marzo de 2012

    Cultural Residues. Chile in Transition, by Nelly Richard.

    Reseña publicada en Chasqui 33.3 (Nov. 2005). 182-84


    PARA VER LA VERSIÓN IMPRESA, PULSAR AQUÍ


    Ignacio López-Calvo
    University of California, Merced



    Cultural Residues. Chile in Transition.  Nelly Richard.  Trans. Alan West-Durán y Theodore Quester.  Minneapolis y Londres:  University of Minnesota Press, 2004. 210 pp.



                El título de este estudio en su versión original en castellano es Residuos y metáforas (Ensayos de crítica cultural sobre el Chile de la transición) y fue publicado en Santiago de Chile en 1998.  El libro cuenta con un prólogo de Jean Franco y está dividido en cinco secciones (que incluyen fotos de cuadros, foto-perfomances, y retratos de desaparecidos, chilenas de los años setenta y parejas de enfermos mentales), seguidas de las notas de cada capítulo y de una bibliografía sorprendentemente corta de veinticinco entradas.  Ciertas partes del libro ya habían aparecido publicadas con anterioridad en forma de ensayos en distintas revistas profesionales y antologías.  El título tiene que ver precisamente con uno de los asuntos que se estudian:  la venta de ropa usada de Estados Unidos en Chile.  Estos temas y otros depósitos o residuos culturales que han sido rechazados y menospreciados por el poder hegemónico tienen, según Nelly Richard, un significado transcendental que, sin embargo, ha sido ignorado por un panorama cultural definido principalmente por el conocimiento disciplinario.  En este sentido, el estudio de la ropa usada y cómo la usan aquellas personas que deciden comprarla (en el marco del panorama sociocultural del Chile posdictatorial o de transición democrática), por ejemplo, queda fuera de los parámetros de cualquiera de las disciplinas universitarias. 

    Dicho estudio de los “residuos culturales” ya aparecía, por cierto, en en el libro de la argentina Beatriz Sarlo Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, publicado diez años antes, donde Buenos Aires se convierte en el punto de enfoque para tratar “la cultura argentina como cultura de mezcla, donde coexisten elementos defensivos y residuales junto a programas renovadores” (28).  Sarlo añadía unas líneas más tarde que “en la izquierda del campo intelectual los desechos que estos procesos van dejando encuentran su voz” (29). 


    Richard aboga, por tanto, por los estudios culturales e interdisciplinarios que se ocupan de estas prácticas culturales que han quedado olvidadas en los intersticios de las disciplinas.  Su postura teórica tiene mucho que ver con la sospecha metódica de la deconstrucción, con ese leer entre líneas que anima al lector a hacer una crítica cultural que ponga en duda la transparencia del lenguaje y rompa sus significados prefabricados.  Muy en la línea de Michel Foucault, propone también la revisión de las relaciones entre conocimiento (significado, valor, estética, cultura) y poder (política).  Desde este marco teórico, Richard insiste una y otra vez en subrayar los inevitables artificios de la representación y del significado que contrastan con la supuesta monorreferencialidad de los conceptos de verdad presentados por las narrativas de la autoridad.  Esta idea, por cierto, ya aparecía en el título de su libro La insubordinación de los signos, publicado en 1994.

    La primera sección de Cultural Residues se titula “Policies and Politics of Memory, Techniques of Forgetting” y está dividida a su vez en dos subsecciones:  Cities/Sites of Violence: Convulsions of Sense of Official Routines” y “Torments and Obscenities.”  Allí se estudia la cuestión de la memoria desde la perspectiva de su relación con el lenguaje y, de nuevo, con las fisuras de la representación.  Según la autora, tanto la democracia neoliberal de Chile como la globalización en general han contribuido notablemente a disipar el valor de la historicidad y del recuerdo de la terrible experiencia de la dictadura de Pinochet.  Poco a poco, el mundo del mercado y de la publicidad están borrando y anulando la amarga memoria de la injusticia y de la impunidad de los asesinos, como bien saben los detenidos-desaparecidos y sus familiares.  Así, el Chile de la transición está produciendo—gracias a lo que la autora denomina “tecnologías del olvido”—, una serie de secuencias dislocadas, de historias sin una narrativa que las justifique.  Por medio de los eufemismos, el oportunismo y la falta de compromiso, se está eliminando la memoria histórica de un pasado que ahora no resulta conveniente.  En “Tormentos and Obscenities” Richard se pregunta por la falta de lealtad, la amnesia colectiva y la ausencia de un debate público ni en la prensa ni en la televisión chilenas.  Una de las “obscenidades” a las que se refiere el título es el hecho de que no se produjera un debate público a raíz de la confesión pública de mujeres que, tras haber sido torturadas, se pasaron al bando enemigo y colaboraron con sus torturadores.


    La Segunda sección se titula “The Popular and the Urban: Scenic Fragments” y queda divida en tres subcapítulos:  “Neobaroque Debris: Scabs and Decorations”, “The Congealment of the Pose and Urban Velocities” y “Dismantlings of Identity, Perversions of Codes”.  En este apartado se critica el hecho de que lo “popular” haya pasado a identificarse, en una versión folclórica y esencialista, con lo autóctono y el mito de la pureza incólume del origen.  De acuerdo a la autora, las nuevas definiciones teóricas de lo popular privilegian el consumo como ejemplo de resemantización.  El primer subcapítulo se concentra en las transgresiones estéticas que aparecen en la poética del libro El padre mío, un testimonio de un desamparado esquizofrénico grabado por Diamela Eltit, que se interpreta como discurso representativo de la sociedad despolitizada del Chile neoliberal de hoy.  El segundo estudia la memoria chilena según aparece representada en una colección de fotografías de Eugenio Dittborn, realizadas en los años setenta en la Plaza Italia de Santiago.  En contraste con las imágenes de la misma plaza hoy en día, las poses de las mujeres que allí aparecen, junto con el paisaje urbano de fondo, muestran los cambios padecidos por la sociedad capitalina y por su ciudad, Santiago, plagada de nuevos símbolos urbanos.  El tercer capítulo se concentra en la interpretación de una instalación titulada American Residues (1983) en la que podía verse ropa usada de Estados Unidos con el sonido de fondo de una operación cerebral a un indígena.  Por medio del tema de la ropa usada mencionado anteriormente, se observa que las excéntricas combinaciones producidas por la disparidad de estilos produce significados metafóricos decisivos para comprender el Chile de hoy.


    La tercera parte, “Academic borders and Hybrid Knowledges”, que cuenta con dos capítulos, “The Academic Citation and Its Others” y “Antidiscipline, Transdiscipline, and the Redisciplining of Knowledge”, trata de fomentar los estudios culturales y la interdisciplinaridad.  Junto con una crítica al rígido sistema universitario chileno, Richard propone ir más allá de los límites de especialización disciplinaria que predomina en la universidad de este país.  Asimismo, elogia el valor de la incertidumbre y del relativismo en contraste con lo que ella considera “reductionism of the scholarly paper industry and the academic bureaucratization of knowledge” (9).  La sección cuatro, “Polemics and Transvestisms”, se divide en los subcapítulos “The Graphic Model of an Advertising Identity”, “Turbulence, Anachronism, and Degenerations” y “Genders, Values, and Difference(s)”.  Cada uno de ellos se enfoca en debates públicos que recibieron gran atención por parte de la prensa chilena.  En el primero se comenta la representación de Chile en la Exposición Universal que tuvo lugar en Sevilla en 1992.  Para la ocasión, se decidió llevar un iceberg que acabó simbolizando lo blanco del chileno (en contraste con la piel morena de sus vecinos latinoamericanos) y la supuesta pureza del proceso democrático posdictatorial.  Implícito quedaba también el intento de vaciar la memoria de su referente histórico; es decir, de la tragedia nacional que acababa de tener lugar.  Los otros dos capítulos versan sobre el caso de el cuadro paródico de un Simón Bolívar travestido realizado por el artista Juan Dávila, que causó un conflicto con el gobierno venezolano, y de la polémica que se creó en el senado chileno en torno al uso del término “género”, que en su momento fue definido como algo importado y ajeno a la cultura nacional.  En ambos casos el travestismo, la sexualidad y los conflictos de género chocan con la defensa retrógrada de la moralidad sexual, los símbolos y las tradiciones nacionales que se suponen intocables.  Como señala Richard, este conservadurismo moral impuesto por la Iglesia Católica chilena contrasta, paradójicamente, con los nuevos valores que propone el mercado, y que la misma Iglesia y la democracia neoliberal promocionan incondicionalmente.


    La sección que cierra el libro, “Points of Flight and Lines of Escape”, cuenta con dos subcapítulos:  “Take the Sky by Assault: Political Transgression and Flight of Metaphors” y “For Love of Art: Critical Ruptures and Flights of Fancy”.  El primero analiza el valor simbólico que llegó a tener la aventura de unos presos pertenecientes al Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que consiguieron fugarse de una prisión de alta seguridad con la ayuda de un helicóptero.  Al parecer, la espectacular bofetada que ello supuso a un sistema de supervisión que hasta entonces se consideraba inexpugnable despertó todo un imaginario utópico de la huida y la liberación en el subconsciente colectivo nacional.  El segundo subcapítulo, por su parte, también tiene que ver, en cierto modo, con el imaginario de la fuga.  Allí se analiza y elogia el libro El infarto del alma de Diamela Eltit y Paz Errázuriz, en el que se va más allá del género testimonial para presentar una serie de fotografías y comentarios sobre la locura, el deseo y el amor entre enfermos mentales de una institución de Putuendo.


                En definitivia, Cultural Residues representa un ejemplo modélico de crítica cultural en el que se mezcla el análisis de la “alta cultura” (la literatura y el arte) con otras prácticas culturales y estéticas (como los medios de comunicación de masas, la moda, los sucesos de la vida diaria y el travestismo), que podrían considerarse cultura popular u otro tipo de expresiones que no tienen cabida en los parámetros disciplinarios.  Desde una perspectiva teórica deconstruccionista, en Cultural Residues Richard trata de promover los estudios culturales y de dar ejemplos prácticos de cómo pueden llevarse a cabo para promover la recuperación de la memoria colectiva y reintepretar un pasado doloroso y lleno de fracturas traumáticas, pero que no debería nunca obviarse.


    *U.S. copyright law prohibits reproduction of the articles on this site "for any purpose other than private study, scholarship, or research" (see Title 17, US Code for details). If you would like to copy or reprint these articles for other purposes, please contact the publisher to secure permission.





    Mestizo Nations: Culture, Race, and Conformity in Latin American Literature, by Juan E. De Castro.


    Mestizo Nations: Culture, Race, and Conformity in Latin American Literature, by Juan E. De Castro.  Tucson: University of Arizona Press, 2002. 


    TO READ THE PRINTED VERSION, CLICK HERE


    Review published ublished in Revista Hispánica Moderna 56 (2003): 502-04

     

    Ignacio López-Calvo

    University of California, Merced

    Mestizo Nations: Culture, Race, and Conformity in Latin American Literature.  Juan E. De Castro.  Tucson: University of Arizona Press, 2002.  180 pp.

    En Mestizo Nations  Juan E. De Castro cuestiona, con un lenguaje claro y conciso, la celebración de la hibridez en la tradición discursiva del mestizaje que, hasta hace poco, era la única manera de conceptualizar la creación de una nación unitaria a partir de una población homogénea (21).  De acuerdo al autor, ese tipo de discurso sigue en uso hoy en día, como se ve en los capítulos dedicados a Los Van Van y a Richard Rodriguez.  Sin perder de vista los debates teóricos contemporáneos, el autor sigue la estela de libros anteriores, como Foundational Fictions de Doris Sommer y Exotic Nations de Renata Wasserman, y decide dar un paso más, orientando su enfoque hacia los estudios culturales.  En contraste con los libros de Sommer y Wasserman, Mestizo Nations incluye, además de la novela, otros géneros para su estudio de la construcción retórica del imaginario de las identidades nacionales latinoamericanas por parte de las elites criollas coloniales.  De Castro incorpora y equipara en importancia la poesía, el ensayo y los cuentos, así como textos extraídos del periodismo, las ciencias sociales y la música popular (todos ellos de los siglos XIX y XX) que, a su juicio, también han sido claves en la construcción de sentimientos e identidades nacionalistas. 

     

    En la misma línea, el autor identifica, describe y analiza un subtexto común que conecta entre sí todas estas expresiones culturales:  el discurso del mestizaje que propone la creación de una cultura o raza homogénea a partir de los elementos amerindios, africanos y europeos.  En uno de los argumentos más importantes y originales de Mestizo Nations, Juan E. de Castro mantiene que, a pesar de las justificadas críticas que se han llevado a cabo contra la noción de mestizaje—en el sentido de que es un nombre encubierto para la asimilación, el etnocidio y la presión para asimilarse a las culturas definidas por las elites europeas—, esas ideas, que nacieron como respuesta a nociones identitarias eurocéntricas, continúan reciclándose en las interpretaciones de los problemas sociales en Latinoamérica y Estados Unidos:   “the discourse of mestizaje can be seen as both a forerunner of and an influence on some important postmodern and multicultural versions of identity proposed during recent decades” (XIV).  Por lo tanto, el autor pone al día el concepto de mestizaje y lo presenta como una herramienta indispensable para la interpretación de las producciones culturales chicana y latinoamericana, poniendo de relieve las numerosas contradicciones, mentiras y omisiones de los varios tipos de explotación que tienen lugar en la vida real.

     

                En su selección de textos representativos hispanoamericanos, brasileños y chicanos se incluyen los de cuatro peruanos:  el pensamiento marxista de José Carlos Mariátegui, la poesía de César Vallejo, las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma y la novela de José María Arguedas El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971), que se compara con el pensamiento de Julia Kristeva y el de Gloria Anzaldúa.  Además de los textos de Anzaldúa, se analizan los de otro autor mexico-americano, Richard Rodríguez, y los de dos brasileños, el pensamiento del intelectual brasileño Gilberto Freyre y la novela “fundacional” indigenista del siglo XIX Iracema, de José de Alencar.  Como se indicó anteriormente, en línea con los estudios culturales, De Castro incluye como texto de análisis las letras afrocéntricas del grupo de música de baile cubano Los Van Van.  De los nueve capítulos del libro, los dos primeros, “The Semantic Space of the Nation” y “Latin America and the Discourse of Mestizaje”, contextualizan las premisas teóricas del estudio, concentrándose en especial en las distintas interpretaciones teóricas de la heterogeneidad, la hibridez, la aculturación, la transculturación y el mestizaje en Latinoamérica llevadas a cabo principalmente por Fernando Ortiz, Ángel Rama y Néstor García Canclini.  En el segundo capítulo se resumen, asimismo, las distintas interpretaciones de la relación entre lengua, raza y nación que aparecieron en Europa en el siglo XIX y se compara el discurso latinoamericano del mestizaje con el concepto de multiculturalismo en Estados Unidos. 
    Los dos siguientes capítulos, “Ricardo Palma’s Tradiciones peruanas” and José de Alencar’s Iracema”, estudian las contradicciones presentes en la ficcionalización de un mestizaje que imagina un pasado común y un futuro homogéneo, según se presenta en las obras de estos dos autores decimonónicos.  Ricardo Palma trata de basar la diferencia nacional en lo indígena, al mismo tiempo que lo devalúa o excluye.  Seguidamente, se compara y contrasta el discurso de mestizaje propuesto por José de Alencar con la de los autores hispanoamericanos.  Aún en el marco de la deconstrucción de las contradicciones y aporías implícitas en las descripciones armónicas del mestizaje que aparecen en los textos seleccionados, los dos capítulos siguientes, “Gilberto Freyre’s Casa-Grande e Senzala” y “José Carlos Mariátegui”, nos llevan a las primeras décadas del siglo XX, momento en que se acepta el discurso del mestizaje como base para la construcción de identidades regionales y nacionales.  Por último, los tres últimos capítulos saltan a las expresiones posmodernas y multiculturales de las tres últimas décadas del siglo XX.  Así pues, el capítulo siete, “The Black Song of Los Van Van”, estudia la versión afrocéntrica de mestizaje y la identidad posrevolucionaria cubana en las letras de este grupo musical cubano.   En concreto, se centra en el uso simbólico de la santería como tema (a pesar del rechazo oficial del gobierno revolucionario) y en la resemantización de tipos nacionales como el negrito y la mulata.  “Richard Rodriguez in ‘Borderland’” analiza la intepretación de la realidad estadounidense de la década de los 80 y los 90 llevada a cabo por Richard Rodriguez, basándose en el concepto de raza cósmica de José Vasconcelos.  El último capítulo, “From Mestizaje to Multiculturalism”, compara la novela de José María Arguedas El zorro de arriba y el zorro de abajo con las propuestas posmodernas y multiculturales de Anzaldúa y Kristeva.
    Con un tono en cierto modo sombrío, De Castro cierra su estudio con la siguiente pregunta retórica:
    Whether our contemporary world, transformed into a “global village” by multinational capitalism and media, is leading to the psychological enrichment of individuals or if, on the contrary, we may be seeing the progressive cultural, economic, environmental, and moral impoverishment of the majority of the world’s population:  their transformation into “monetary subjects without money.” (127)
    Tras la conclusión, se incluyen las notas, la bibliografía y un índice onomástico.  En resumidas cuentas, Mestizo Nations supone una importante y original contribución al análisis de la celebración retórica de la diferencia, del nacionalismo y de cuestiones de identidad (en sus distintas vertientes) tal y como aparece representado en las producciones culturales latinoamericana y chicana.  Quizá una de las pocas fallas del libro sea la brevedad de la conclusión, de poco más de media página, que podría haberse desarrollado más ampliamente en aras de una mayor unidad de contenido, sobre todo en un libro como éste, que estudia textos y discursos tan heterogéneos. 


    *U.S. copyright law prohibits reproduction of the articles on this site "for any purpose other than private study, scholarship, or research" (see Title 17, US Code for details). If you would like to copy or reprint these articles for other purposes, please contact the publisher to secure permission.












    Latin American Postmodernisms. Women Writers and Experimentation. Cynthia Margarita Tompkins.


    Reseña publicada en Alba de América (2007): 551-56 



    Ignacio López-Calvo

    University of California, Merced



    Latin American Postmodernisms. Women Writers and Experimentation. Cynthia Margarita Tompkins. Gainesville: University Press of Florida, 2006. 226 pp. ISBN 0-8130-3010-2


          La tradicional asociación que se suele hacer entre un enfoque posmoderno y la falta de compromiso ético explícito queda subvertida en Latin American Postmodernisms. De acuerdo a Cynthia Tompkins, en los textos analizados en su estudio la subversión lúdica de convenciones genéricas y la parodia irónica de la metaficción historiográfica van acompañadas de un cuestionamiento del status quo desde una perspectiva ginocéntrica. Se caracterizan, además, por llevar a cabo un riguroso examen de la coyuntura política, que tiende a ceder la voz a personajes subalternos: “the writers included in this book espouse a nonfoundational ethics of dissensus that emphasizes embodiment, stresses responsibility fo rthe Other, and privileges local interventions” (9). En este sentido, si bien el compromiso ético y feminista acerca estas novelas posmodernas a la escritura del post-Boom, su interés por el lenguaje establece igualmente nexos con el vanguardismo, la Nueva Narrativa, el Boom, el Neobarroco y la posmodernidad. Sorprende, asimismo, el que Tompkins incluya a autoras como Luisa Valenzuela y Albalucía Ángel entre los autores del Boom latinoamericano cuando, a pesar de la gran variedad de listas proporcionadas por la crítica, casi todas suelen coincidir en la exclusión de la literatura femenina.

          Latin American Postmodernisms se propone corregir las lagunas dejadas por la crítica: “this book sets out to redress the lack of critical and comprehensive studies on postmodern Spanish American women novelists who produce ludic, experimental, deconstructive, and self-reflective texts. This text privileges experimental works that subvert narrative conventions such as plot, characterization, and casuality” (1). Según Tompkins, sólo Raymond Williams e Ivonne Jehenson han prestado alguna atención a las novelistas posmodernas latinoamericanas. Las únicas autoras posmodernas latinoamericanas que han sido estudiadas con más asiduidad son Julieta Campos, Clarice Lispector, Luisa Valenzuela, Albalucía Ángel, Fanny Buitrago, Diamela Eltit y Carmen Buillosa. Tompkins denuncia no sólo la exclusión de las demás autoras de los cánones literarios, sino también la política sexista de muchas casas editoriales.

          La prosa de estas autoras se caracteriza, según Tompkins, por la búsqueda de un lenguaje femenino y por la subversión de las convenciones patriarcales que gobiernan tanto el idioma como la sexualidad. En la introducción se mencionan los muchos obstáculos que tuvieron que superar algunos de los hitos en la escritura femenina latinoamericana, incluyendo a Sor Juana Inés de la Cruz, Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello de Carbonera. En esta tradición de literatura femenina sobresalen, asimismo, Victoria Ocampo, María Luisa Bombal, Lydia Cabrera (a la que Tompkins define como introductora del realismo mágico en Latinoamérica) y Rosario Castellanos. Propone, igualmente, hitos históricos en el feminismo latinoamericano, tales como la presencia de las Madres de la Plaza de Mayo y grupos similares en otros países, y la participación de la mujer en la lucha armada en Cuba, Nicaragua, El Salvador, el Cono Sur, Brasil, Perú y Chiapas.

          Tras un prefacio y la introducción, el primer capítulo establece la distinción entre posmodernidades latinoamericanas y posmodernidades literarias latinoamericanas. La autora contextualiza las numerosas definiciones de “postmodernity” propuestas por Hutcheon, Jameson, Yúdice, Hopenhayn y otros críticos, y enumera rasgos normalmente asociados con la posmodernidad literaria, tales como la incertidumbre ontológica, la fragmentación, la parodia, la experimentación lingüística y la autorreferencialidad, entre otros. Tompkins resume algunas de las tendencias que acercan a estos escritores a la posmodernidad: “[They] critique the reproduction of hegemonic discourse. They refuse to engage in essentialist gestures and totalizing assumptions. Moreover, insofar as their micro-political utopias place women and marginal sectors of the population at the center, they posit a post-modern social conscience. They share the postmodern assumption of the split subjectivity. Finally, but no less paradoxically, their ethics of dissensus celebrates gendered, racial-ethnic, sexual, and political difference along nonfoundational lines” (11).

    Los ocho siguientes capítulos están dedicados a escritoras posmodernas latinoamericanas: tres argentinas, Alicia Steimberg, Luisa Valenzuela y Alicia Borinsky; una cubano-mexicana, Julieta Campos; una colombiana, Albalucía Ángel; una mexicoamericana, Brianda Domecq; una venezolana, Ana Teresa Torres; una chilena, Diamela Eltit; y una mexicana, Carmen Boullosa. Como señala la misma autora, la selección de nombres para un estudio como éste es siempre arbitraria; no obstante, llama la atención el hecho de que Argentina, con tres autoras, sea el único país con más de una representante. Cada capítulo comienza con una breve introducción biobibliográfica de la autora escogida. Los títulos se limitan al nombre de la autora allí se estudia y los subtítulos, a sus novelas. Aunque la mayoría de las novelas seleccionadas se publicó en la década de 1980 o posteriormente, se incluyen también textos feministas de tres generaciones de autoras publicados desde 1965 a 2004. Tompkins mantiene que, si bien todas las novelas analizadas en el volumen coinciden en el enfoque feminista y en el ataque al falocentrismo, una de las principales diferencias entre estas autoras es su postura con respecto al realismo mágico.

          El segundo capítulo se concentra en Julieta Campos (1932-) y queda dividido en secciones dedicadas a sus novelas Muerte por agua, Tiene los cabellos rojizos y se llama Sabrina, El miedo a perder a Eurídice y La forza del destino. Tompkins enfatiza el hecho de que la narrativa de esta autora entronca con el Nouveau Roman y el Boom. Por el mismo camino, al imitar y parodiar la escritura automática de los surrealistas crea una écriture feminine metaficcional e idiosincrásica. En su enciclopédica novela La forza del destino el realismo mágico surge como una técnica que naturaliza la interacción entre la rapidez y la muerte. En este texto, Campos critica tanto la Cuba de Batista como la posrevolucionaria. Si bien en Muerte por agua la autora caracteriza a los personajes de acuerdo a sus efectos personales (es decir, lo que su clase y raza les ha permitido comprar), en Tiene los cabellos rojizos y se llama Sabina los múltiples posicionamientos del sujeto se presentan como posibilidades narrativas discursivas. Su estilo se enfrenta al falocentrismo por medio de un fluir de conciencia reminiscente de la escritura automática de los surrealistas.

          El tercer capítulo estudia la obra de Alicia Steimberg (1933-) y se divide en cuatro secciones dedicadas a sus novelas La loca 101, Amatista, Cuando digo Magdalena, La selva. Estas tres últimas novelas, que critican males sociales argentinos como el hedonismo y el terrorismo estatal, se caracterizan por una posmodernidad híbrida y

    por desplegar la intertextualidad y la intratextualidad como différance. Al mismo tiempo, explica Tompkins, estos textos inscriben y subvierten principios narrativos tales como el tema, la caracterización, las expectativas genéricas, la parodia posmoderna y el contrapunto intertextual. Del mismo modo, su crítica irónica del falocentrismo se evidencia, según Tompkins, en los comentarios autorreflexivos sobre las variaciones culturales de la lengua española, así como en la mofa del “español universal”.

          La obra de Luisa Valenzuela (1938), que se analiza en el capítulo 4, se caracteriza por la recurrencia del erotismo, la experimentación estilística y el compromiso con el feminismo y los derechos humanos. Según Tompkins, en sus novelas metaficcicionales El gato eficaz, Como en la guerra, Cola de lagartija, Novela negra con argentinos y La travesía, Valenzuela continúa una insistente búsqueda de identidades latinoamericanas a la vez que deconstruye el logocentrismo por medio de la ironía y el erotismo. Con este mismo objetivo, recurre también al realismo mágico, por ejemplo en la recreación de escenas primigenias y rituales esotéricos en Como en la guerra y Cola de lagartija. Su lenguaje narrativo se caracteriza, además, por sus rasgos lúdicos y eróticos y por la subversión de las convenciones genéricas. Un tema común a Realidad nacional desde la cama, Novela negra con argentinos y La travesía es el estudio de las graves consecuencias de la culpa colectiva. Como explica Tompkins, Valenzuela enfatiza la necesidad de asumir la responsabilidad personal y colectiva por el Otro y denuncia las desigualdades creadas por la tradicional división entre Buenos Aires y el resto del país.

          El quinto capítulo, dedicado a Albalucía Ángel, es el más breve del libro con sólo seis páginas. Allí se mencionan brevemente Los girasoles en invierno, Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón y Misiá Señora, y se analiza la novela Las andariegas, en la que aparecen varios personajes femeninos famosos o anónimos, esparcidos en diferentes civilizaciones y períodos históricos, que sirven para denunciar abusos patriarcales a lo largo de la historia occidental. La construcción de la subjetividad múltiple y el ataque al falocentrismo del lenguaje, explica Tompkins, se llevan a cabo en parte por medio de un pronombre plural femenino. No obstante, según la autora, Las andariegas adolece de una cierta tendencia al esencialismo.

          El capítulo sexto, dedicado a la obra de Brianda Domecq, contiene la única sección del libro que no corresponde al título de una novela posmoderna latinoamericana: “Historiographic Metafiction and the New Latin American Novel.” La otra sección estudia la novela polifónica La insólita historia de la Santa de Cabora, en la que una narradora feminista exige una “agencia” femenina. Según Tompkins, la protagonista, Teresa de Urrea, se presenta como precursora de la Revolución Mexicana por su denuncia de la opresión del indígena y del campesino durante el Porfiriato. Simboliza, asimismo, el fracaso de la Modernidad en México.

    La novela Doña Inés contra el olvido, de Ana Teresa Torres se estudia en el séptimo capítulo. Según propone Tompkins, esta obra posmoderna, que critica los problemas de los sistemas tradicionales de justicia, “may be read as a revisionist text that traces the history of Venezuelan black resistance from the eighteenth century through the present” (92). Allí se critican el racismo y el catolicismo que mantienen a la protagonista en la sumisión y que han afectado la historia venezolana durante 250 años, incluyendo el período de la esclavitud. Por tanto, Doña Inés contra el olvido reescribe la historia venezolana esta vez desde la perspectiva de una mujer negra.

          Las novelas de Alicia Borinsky Mina cruel, Sueños de un seductor abandonado y Cine continuado se analizan en el octavo capítulo. Destacan, en particular, la influencia proto-deconstructivista de Macedonio Fernández y los nexos posteriores con las teorías de Derrida. La obra de Borinsky, al igual que la de Diamela Eltit, se caracteriza por su actitud paródica con respecto al realismo mágico. Coincide también con Eltit en su denuncia de los peligros del neoliberalismo. Por otra parte, Borinsky critica la demagogia del populismo en Mina cruel y la corrupción del peronismo neoliberal de la administración de Menem en Sueños de un seductor abandonado. Además, como explica la autora, “In Borinsky’s novels the queering is playful and often an unintended result of patriarcal actions, Duch as the institutionalization of ugly women in Sueños de un seductor abandonado” (153).

          El penúltimo capítulo, con veintiocho páginas, es, con diferencia, el más largo del libro y estudia cuatro novelas experimentales de Diamela Eltit: Lumpérica, Por la patria; Vaca sagrada y Mano de obra. En ellas que se combina el dominio de la historia y crítica literarias que tiene la autora con su proyecto experimental y posmoderno de fracturar el lenguaje y atacar su naturaleza falocéntrica, a la vez que subvierte las convenciones genéricas. El deconstructivismo experimental de Eltit incorpora el sustrato mapuche y se aprovecha del conocimiento de la historia de la lengua española que tiene la autora. Al entremezclar género, etnia y clase, su parodia utópica denuncia el status quo chileno y el latinoamericano. Según Tompkins, de todas las autoras incluidas en el volumen, Eltit es la que incorpora más decididamente la marginalidad. Su reinscripción del subalterno se basa en los leitmotifs de la represión, la pobreza y la cosmovisión mapuche. En este contexto, estos personajes ya abandonan sus pretensiones de autoconocimiento vanguardista para dedicarse de pleno a la resistencia.

    El capítulo que cierra el libro analiza la obra de Carmen Boullosa con énfasis en Son vacas, somos puercos que, para Tompkins, es un caso paradigmático de metaficción historiográfica. Allí se critica el imperialismo occidental colocando al Otro silenciado—indígenas, mujeres y esclavos africanos—en el centro de la narrativa.  Tompkins sugiere que ésta es una novela de transición por el humor negro con que describe la escena en que los esclavos de un galeón español muerden al que los atormenta hasta matarlo. En esta obra el narrador se convierte en una función que circula entre sujetos aparentemente intercambiables. Por tanto, la subjetividad se construye por medio de una voz sin cuerpo. Como explica la autora, esta obra ataca la heteronormatividad y estudia las relaciones de poder asociadas a la violación: “[It] reinscribed the silenced and marginal others—African slaves, indigenous peoples, and women at the center of the store of the Brotherhood of the COSAT—noting that racism, sexism, and capitalism ultimately undermined the homoerotic utopia” (152).

    La conclusión de Latin American Postmodernisms resume las similitudes y discrepancias del enfoque analítico y temático de todas las autoras analizadas. En resumidas cuentas, Latin American Postmodernisms es una muy útil contribución al campo de la literatura y cultura latinoamericanas. El libro está escrito de una manera clara y concisa y, a pesar de la diversidad de textos y autoras, el nivel de coherencia temática del estudio hace que nunca lleguemos a distraernos del mensaje central del texto.  Además, el estudio se caracteriza por su solidez teórica y por el novedoso acercamiento a algunos textos que ya habían recibido bastante atención de la crítica. Como la misma autora indica, este volumen viene a llenar un injusto vacío en la crítica y a corregir deficiencias en el canon literario latinoamericano.  No obstante, el título del estudio es en cierto modo problemático pues, al equiparar la producción posmoderna y la tradición experimental, parece darse a entender que posmodernidad y experimentación narrativa son la misma cosa. Por otra parte, quizá el libro se habría beneficiado de una introducción en la que se resumieran brevemente los capítulos y de otro tipo de estructura menos rígida y más integradora, puesto que la división que sigue el estudio de autora por capítulo (con el nombre de la autora por título del capítulo y con secciones dedicadas a cada novela) tiende a evocar taxonomías tipo catálogo.



     *U.S. copyright law prohibits reproduction of the articles on this site "for any purpose other than private study, scholarship, or research" (see Title 17, US Code for details). If you would like to copy or reprint these articles for other purposes, please contact the publisher to secure permission.


















    The Self in the Narratives of José Donoso (Chile 1924-1996). Mary Lusky Friedman.

    Reseña publicada en Chasqui 33.2 (2004): 170-73 


     

    The Self in the Narratives of José Donoso (Chile 1924-1996). Mary Lusky Friedman.  Lewiston, Nueva York: Edwin Mellen Press, 2004. 148 pp.


    Ignacio López-Calvo
    University of California, Merced


    Con su libro The Self in the Narratives of José Donoso Mary Lusky Friedman nos ofrece una innovadora interpretación de la obra del autor chileno José Donoso.  Tras el prefacio de John Hassett, contamos con una breve introducción, ocho capítulos, una bibliografía y el índice onomástico.  Uno de los enfoques más originales del libro es la propuesta de una posible influencia en Donoso de las teorías psicoanalíticas de Melanie Klein (1882-1960), que tuvieron gran influencia en Chile en la década de 1950.  En concreto, dicha influencia se vería en el gusto del autor chileno por la ambivalencia y en su preocupación por el yo.  Este estudio establece una conexión directa entre la interacción que, según Klein, tiene el niño con sus padres y la manera en que los personajes de Donoso se relacionan con la realidad externa, más específicamente con respecto a las clases sociales:  en ambos casos la reacción consiste en la escisión de las imágenes de la sociedad y las de los padres.  De acuerdo a Friedman, dicha influencia se percibe con más claridad a partir de 1970.  La influencia de las teorías de Melanie Klein vienen a explicar algunos de los leitmotifs más recurrentes en la obra donosiana, cuya coherencia e intertextualidad nos hacen pensar que todas las novelas y cuentos forman parte de una misma historia, contada desde el prisma de un mismo paradigma conceptual.  Ese paradigma refleja una concepción de la realidad que engloba dos categorías de existencia:  una social y la otra de tipo psicológico.  Al mismo tiempo, la autora afirma que estas teorías debieron de servirle a Donoso para comprender aspectos de su propia identidad y de su personalidad, que, en último término, funcionaron—en palabras del propio Donoso—como el “texto-previo-al-texto”.  Si bien Friedman no da por hecho que Donoso se inspirara en las teorías psicoanalíticas de Klein, sí consigue presentar un argumento convincente.  Para ello, se apoya con frecuencia en el texto Conjeturas sobre la memoria de mi tribu, en el que Donoso presenta una versión ficticia de anécdotas familiares y desvela tanto sus anhelos personales como su propensión a la ambivalencia:  al mismo tiempo que desea conseguir prestigio y estatus social, se siente atraído por el anonimato y la indigencia (de acuerdo a Friedman, un reflejo de la ansiedad que sentía Donoso por el miedo a verse desclasado).

              En el primer capítulo, titulado “Donoso’s Dual Conception of the Self”, la autora muestra, como ya se mencionó, la manera en que el chileno se define a sí mismo dentro de dos códigos, que aparecen frecuentemente como representación metafórica el uno del otro:  uno social (un estatus ambiguo en cuanto a su clase social) y el otro intrapsíquico (basado en la relación que tuvo de niño con sus padres).  Según Friedman, Donoso se define a sí mismo por lo que no es, por lo que le gustaría ser y con una constante referencia al “otro”.  Se explica, además, la proclividad del autor a escindir los argumentos, los lugares y las representaciones de los personajes (del yo y de las figuras de los padres especialmente).  Al mismo tiempo, dicha ambivalencia se observa en su deseo de pertenecer a una oligarquía que, en realidad, detesta. 

              En el segundo capítulo, Friedman se concentra de lleno en la influencia de Melanie Klein, una autora con la que el mismo Donoso dijo estar familiarizado (quizá por los psiconálisis a los que se sometió).  Esta posible influencia explica el desdoblamiento de los padres, la importancia de la envidia (de la identidad ajena, por ejemplo) que se suele asociar con el acto de comer, y la analogía entre el tratamiento de las clases sociales y las relaciones entre padres e hijos típicos en la obra del chileno.  El capítulo tres, “Splitting as Authorial Technique”, se concentra en la ambivalencia, la transformación de la identidad y el desdoblamiento de personajes y del argumento en la novela La desesperanza y en el capítulo séptimo de Conjeturas sobre la memoria de mi tribu titulado “Los cueros negros”.  El cuarto capítulo, “Donoso’s Narrative Pre-Text”, estudia la concepción del yo como algo determinado tanto social como psicológicamente en el cuento “Paseo” y en el pasaje que concluye el primer capítulo de Conjeturas.  En ambos textos observamos la relación entre padres e hijos y cómo los personajes, atrapados en vidas insatisfactorias, tratan de mejorar su situación transformándose a sí mismos.  Como explica la autora, el pre-texto de Donoso, “contains conflicting gestures, now touting a salutary escape from identity (seen as a social role), now championing the struggle for a viable ego (thought of in psychological terms)” (75).  El quinto capítulo se enfoca en El obsceno pájaro de la noche, en donde se ven las múltiples iteraciones del texto-previo-al-texto, que queda explicado de la siguiente manera:  “It implies that, in the writer’s view at least, a single more or less coherent storyline reasserts itself time and again in his narratives” (67).  La novela, que, según Friedman, se basa en la analogía entre las tensiones sociales y el conflicto intrapsíquico, vuelve a reflejar la preocupación de Donoso por la formación de una identidad personal.  De hecho—continúa la autora—el texto mismo es una metáfora del yo filial.  En esta obra los personajes se desdoblan, por medio de máscaras, disfraces y juegos, en “buenos” y “malos”.  Aquí, la subjetividad—producida por el discurso y reconstituida cada vez que habla el sujeto—aparece como una serie de identidades que no dejan de fluctuar.  Sin embargo, como explica la autora, “Donoso’s writings do not rejoice in what might be called ontological indeterminacy.  Rather, they reveal this indeterminacy not as elegant, abstract theory but as painful intimate experience, compact of yearning and ambition, shame and dread” (90). 

              Uno de los capítulos más interesantes del libro es el sexto, en donde se hace especial hincapié en El jardín de al lado.  Se estudia, en particular, el tema del matrimonio como una manera alternativa de crear el yo, que está íntimamente relacionada con la creación artística.  Friedman, basándose en comentarios del propio Donoso, propone una nueva interpretación de la novela que contrasta con la de la mayoría de los críticos:  “this transmutation hints that Julio, tempted by Bijou’s alluring homosexuality, has forsaken his male identity and become feminized [...] the supervening of Gloria’s voice represents not a change in Julio’s ontological self but his newly acquired ability to construct an authorial self, a narrative persona propitious for the telling of his tale” (105).  Por lo tanto, para la autora, Julio triunfa en la novela al ser capaz de encontrar un yo autorial, una perspectiva desde la que narrar.  Por otra parte, Friedman discrepa de las interpretaciones de varios críticos que perciben modos de narración específicamente femeninos o masculinos y que han visto en la novela una especie de batalla de los sexos.  De hecho, según ella, la relación de Julio con su esposa se presenta como la clave de su éxito como escritor:  “Gloria is the other self he becomes, his authorial persona—that is, his garden next door” (113).

              El penúltimo capítulo se centra en los conceptos de patrimonio y de matrimonio que aparecen en la novela corta “Taratuta”.  Allí, las imágenes desdobladas del padre y de la madre que hasta ahora habían aparecido en su obra se reconcilian, con lo que se atenúa la ambivalencia típica de anteriores novelas.  El octavo y último capítulo se enfoca en la presencia de mellizos disparejos (una versión doble de un solo yo) en la novela Donde van a morir los elefantes, donde se comparan peyorativamente las culturas mellizas de Estados Unidos y Latinoamérica.  Al igual que en “Taratuta”, en esta novela se rearticula la noción de escisión o desdoblamiento.  Ahora, al contrario que en el resto de su obra, se pone énfasis en la unidad de los mellizos más que en la divisón de la pareja:  “The entire novel seems constructed to enact the idea that, within a single unit of being, mutually exclusive elements may sustain a contentious coexistence! (129).  Por el mismo camino, sugiere que una manera de que un yo pueda ser uno y dos al mismo tiempo es siendo bisexual:  Elefantes repeatedly conveys that apparently incompatible ‘twins’—be they cultures in a single hemisphere, sexualities within a self, or register within a novel—can coexist, although the coexistence is difficult” (138).

    En resumidas cuentas, The Self in the Narratives of José Donoso es un libro escrito de manera clara y concisa que constituye una importante y original contribución a la ya larga serie de estudios sobre el autor chileno.  No obstante, al prescindir de una conclusión final, la autora merma la capacidad del libro de resumir las ideas principales del análisis.  Igualmente, habría convenido que la introducción anunciara de alguna manera el tema sobre el que versa cada capítulo.

    *U.S. copyright law prohibits reproduction of the articles on this site "for any purpose other than private study, scholarship, or research" (see Title 17, US Code for details). If you would like to copy or reprint these articles for other purposes, please contact the publisher to secure permission.

    El norte y su frontera en la narrativa policiaca mexicana. Juan Carlos Ramírez-Pimienta y Salvador C. Fernández, compiladores

                                               
    El norte y su frontera en la narrativa policiaca mexicana. Juan Carlos Ramírez-Pimienta y Salvador C. Fernández, compiladores. México: Plaza y Valdés, 2005. 204pp.

    Publicado en Alba de América 32.60-61 (2013): 501-07.

    Para leer la versión publicada de la reseña, pulsar aquí



                                   Ignacio López-Calvo
                            University of California, Merced


    La colección de nueve ensayos El norte y su frontera en la narrativa policiaca mexicana supone un nuevo esfuerzo de definición tanto de la identidad del México septentrional y de la frontera entre este país y Estados Unidos como de la identidad nacional mexicana en general, por medio de la narrativa policial que tiene lugar en la zona fronteriza escrita no sólo en esta región sino también en la capital. Este ciclo de novela negra refleja, como explican en un amplio prólogo los compiladores, la situación de violencia indiscriminada que, a causa del narcotráfico y la cultura del ajuste de cuentas, se vive en ciudades como Tijuana, Mexicalli, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo o Culiacán. Los ensayos abordan la obra de autores como Elmer Mendoza, Gabriel Trujillo Muñoz, Hugo Valdés, Guillermo Munro, Imanol Canyada y Francisco Amparán, así como el estudio de su obra que desde el centro del país han llevado a cabo escritores como Paco Ignacio Taibo II, Juan Hernández Luna y Miriam Laurini. El libro, que propone las novelas que Paco Ignacio Taibo II escribió en la década de los ochenta y noventa como la semilla de la que nacen los demás relatos, comienza con un prólogo que deja clara la existencia de una literatura del norte de México y su frontera con características propias precisamente porque la vida en esta región es muy diferente de la del resto del país: el constante flujo de emigrantes, la influencia omnipresente de la cultura estadounidense, el rechazo al centralismo capitalino e incluso la presencia de santones regionales hacen de esta parte de la nación mexicana un mundo aparte. Quizá el motivo que más coherencia da a los ensayos sea el énfasis en una visión de la frontera norte y de la psicología del mexicano de esta región propuesta no ya por la novela policiaca estadounidense ni por autores capitalinos, sino por los propios autores fronterizos. Como explican Juan Carlos Ramírez-Pimienta y Salvador C. Fernández, lo que hace de esta literatura un ciclo independiente es precisamente la narcocultura que desde hace años domina la zona y que origina un nuevo tipo de criminalidad. Sin embargo, a diferencia del llamado narcocorrido, en estas novelas en lugar de glorificar la figura del narcotraficante y darle una imagen romántica de bandido generoso, más bien se lo reconstruye y se exponen las consecuencias del narcotráfico. Lo que sí comparten estos dos géneros, apuntan los compiladores, es el hecho de ser productos culturales populares y de presentar el narcotráfico como opción lógica.  

                Otra peculiaridad de esta novelística es el hecho de que el investigador no suele ser un detective profesional sino un periodista, con frecuencia inspirado en personajes reales: “El héroe de la policiaca norteña no puede formar parte de los cuerpos policiacos porque en la región éstos son parte del problema” (15). En efecto, si bien no tiene la potestad para imponer un castigo, el protagonista es un periodista-detective que arriesga su vida para exponer a los responsables del crimen organizado, que trafican tanto con estupefacientes como con indocumentados. Según se argumenta en el prólogo, estas novelas revelan la manera en que el ciudadano, harto de tanta impunidad y de la colusión de las autoridades, decide adoptar un papel activo en la resolución de estos graves conflictos. En último término, la narrativa policiaca fronteriza nos lleva al cuestionamiento del proyecto nacional mexicano y lo que es más, a la problematización del colonialismo interno que sufre la región, siempre en diálogo con los proyectos globalizadores estatales de los Estados a ambos lados de la frontera norte. Los editores se atreven, incluso, a animar a los escritores a que traten el tema de las desapariciones y los trágicos feminicidios que desde hace años ocurren impunemente en Ciudad Juárez.

                El primer artículo de la colección es “Conflictos y espejismos: la narrativa policiaca fronteriza mexicana”, de Gabriel Trujillo Muñoz, y analiza la representación literaria del espacio fronterizo que llevan a cabo tanto escritores estadounidenses (Raymond Chandler y Ross McDonald), como autores del centro (Paco Ignacio Taibo II y Ricardo Guzmán Wolffer) y del norte y la frontera (Federico Campbell e Imanol Caneyada). Como explica Trujillo Muñoz, esa frontera que en un principio se concibe como un trampolín de libertad y esperanza en verdad enmascara una muerte que aguarda al que acaba de llegar. Ese mundo liminal entre lo legal y lo ilegal nos lleva, en las obras cercanas al nuevo periodismo de Campbell, por ejemplo, al rencor ante un régimen que no sólo consiente la impunidad sino que la avala. A fin de cuentas, lo que queda en la memoria del lector es la omnipotencia del narcotráfico, la caída progresiva del sistema político mexicano, las luchas de poder que acaban con la vida de políticos y eclesiásticos, la violencia urbana, la migración masiva, la revuelta zapatista y los linchamientos justicieros que hacen que la democracia mexicana se convierta en un espejismo.

    El segundo ensayo, “El cuento policiaco bajacaliforniano: una realidad de doble fondo ante la revisión de lo fronterizo”, de Mario Martín, indaga en veinticinco cuentos policiacos escritos por diecinueve autores de Baja California, pertenecientes a tres generaciones diferentes. Martín divide esta narrativa en cinco temas principales o categorías: 1) la denuncia de la represión y el control políticos; 2) la criminalidad del narcotráfico; 3) los testimonios de grupos marginales; 4) la ciencia-ficción; 5) y los que enfatizan la forma estética narratológica. En los textos, explica Martín, se suele problematizar la lucha gubernamental contra el narcotráfico y sus consecuencias, con lo que se revela un desgaste de los imaginarios nacionales. Uno de los rasgos que une a esta novelística es el hecho de que se distancien de la preceptiva clásica, dado que “en México no están dadas aún las condiciones sociales, políticas y culturales para una narrativa policiaca o detectivesca que privilegie el racionalismo y el cientifismo especulativos para resolver los laberintos y enigmas de un psicología compleja a favor de un orden funcional y una ley eficazmente universal y objetiva” (40). El mundo de la frontera, la corrupción, el narcotráfico, la rendición de cuentas y de la migración que aparece en estos textos se compara con el del narcocinema y nos lleva al cuestionamiento de los cánones establecidos. Al final, lo que queda es un mundo apático y abúlico en el que lo racional y el final feliz no tienen cabida: “Estos relatos son una sinécdoque de la ilusión y del fracaso de las alianzas entre pobreza desplazada y modernidad hollywoodesca, trabajo y movilidad social, entre la obra negra de la empresa privada y el corporativismo, entre los andamiajes de la política venal y el narcopoder omnímodo y ubico del aparato gubernamental” (58).

    El siguiente capítulo, “De fronteras asediadas: sobre El festín de los cuervos de Gabriel Trujillo Muñoz”, de Miguel G. Rodríguez Lozano, se concentra en la obra de uno de estos autores bajacalifornianos, Gabriel Trujillo Muñoz, y en especial en la recopilación de las aventuras de su “detective” Morgado que aparece en el título. Según el crítico, en su obra Trujillo Muñoz desmitifica el mundo de la frontera norte proponiendo que, en realidad, la corrupción, la crisis económica y el narcotráfico que afectan esta zona son iguales que los que afectan al resto del país, pero magnificados a causa de su proximidad a los Estados Unidos. De esta manera, se cuestionan los estereotipos de una frontera que hay que redescubrir.

    En cambio, Persephone Braham estudia en “Las fronteras negras de Paco Ignacio Taibo II y Juan Hernández Luna” a estos dos autores del centro del país, que sitúan sus historias en territorios fronterizos. Para sus personajes, afirma Braham, la identidad mexicana tiene que pasar necesariamente por la capital, por lo que este mundo lleva dicha identidad hacia el mundo de lo pesadillesco. Esto es prueba, como vemos en una de las citas de Juan Hernández Luna que abren el capítulo, de que el mundo de la frontera norte es incomprensible para la gente que es ajena a la región: “Pobre chilango, nunca entenderás tal cosa” (77). En Sueños de Frontera y Tijuana Dream de Taibo II y Hernández Luna respectivamente, los protagonistas, acostumbrados a la vida capitalina, “se encuentran en un territorio movedizo donde la gente existe y desaparece, aparece y muere, cruza y entra continuamente y sin lógica aparente. [….] Este paisaje obliga a una reevaluación de la ontología mexicana, un proceso problemático para el defeño cuya identidad se centra en Tenochtitlán” (78). En contraste con los detectives, que se definen “hacia dentro” y cuya identidad no es una opción, el mexicano de la frontera norte se define “hacia fuera”, consciente de la cercanía cultural y económica de los Estados Unidos.

    Por su parte, el co-editor Juan Carlos Ramírez-Pimienta, en su ensayo “Crímenes cotidianos: justicia y vida fronteriza en dos obras policiacas sonorenses”, se adentra en dos novelas sonorenses, No me da miedo morir de Imanol Caneyada y Los ahogados no saben flotar de Guillermo Munro, enfatizando tanto el papel solidario del ciudadano global como la tarea investigativa y punitiva de los medios de comunicación a falta de un cuerpo policial válido. Como explica el crítico, estos dos autores se pueden considerar “víctimas del centralismo” (94; como muchos autores de provincias y más aún si son de obras policiacas) y sus novelas son muy difíciles de conseguir y son poco conocidas. En ambos casos, éstas son sus primeras novelas policiacas y coinciden temáticamente en el tratamiento del narcotráfico, la narcocultura, la presencia de lo extranjero y rol de los medios de comunicación como investigadores que arriesgan su vida por revelar verdades oculta: si bien en el caso de No me da miedo morir se trata de un periodista el que se encarga de llevar a cabo la investigación, en Los ahogados no saben flotar es un cibernauta canadiense pero con “ciudadanía global”. En cualquier caso, si bien los dos textos llevan a cabo una ácida crítica social, también reconocen que el problema no es fácil de resolver.

    “La perspectiva narrativa en la construcción de la trama, el tiempo y el espacio en El crimen de la Calle de Armaberri de Hugo Valdés” es el título del artículo de Ilda Elizabeth Moreno Rojas, que estudia esta novela negra regiomontana desde un punto de vista narratológico. Allí se plantean, por tanto, cuestiones de género (si es novela negra o policiaca), prestando especial atención al perspectivismo, la polifonía, los diferentes tipos de focalización narrativa y el valor metafórico de la obra, así como las ambigüedades e incertidumbres que acercan la novela a la idea de la posmodernidad. Asimismo, la autora exige, en esta novela basada en un hecho real, que la justicia dé un castigo ejemplar a los culpables de los brutales asesinatos de mujeres en Monterrey. Como explica Moreno Rojas, “los personajes que delinquen son autoridades policiacas, jefes del ejército, políticos, abogados, jueces, etcétera los cuales incurren en los peores delitos como asesinatos, secuestro, narcotráfico y tortura” (111).

    El séptimo capítulo está a cargo del otro compilador, Salvador C. Fernández, y lleva el título de “Poder, prostitución y periodismo en Morena en rojo de Miriam Laurini”. Fernández estudia una novela cercana al subgénero testimonial de esta argentina exiliada en México (una de las pocas autoras en este grupo) en la que se narran las dificultades que padece María Crucita en su viaje a la frontera (incluyendo el tener que prostituirse) y los crímenes que se cometen allí contra las mujeres, en parte a causa de la globalización. El crimen, la prostitución, el racismo, el exilio, las maquiladoras, la violación, el secuestro, el abuso policial y, sobre todo, la crítica a un Estado impotente a la hora de proteger a sus ciudadanos centran los temas estudiados en el artículo. Asimismo, la oralidad y las versiones populares de los crímenes adquieren un papel relevante en el texto y se presentan con la intención obvia de concienciar al lector y modificar la conducta del ciudadano. La novela, que tiene lugar tanto en la frontera norte mexicana como en la capital y la península de Yucatán, se trata, según Fernández, de “un texto de resistencia cultural que apropia diferentes formas discursivas marginadas (el discurso policiaco, la nota roja periodística y la crónica social) para examinar las estructuras sociales y económicas que llevan a las jóvenes y niñas mexicanas a ser víctimas de la prostitución y del tráfico de órganos en un mundo económico dominado por la globalización” (134).

    La penúltima sección del libro, “Francisco José Amparán: una aportación policiaca de la autognosis nacional”, del crítico José Pablo Villalobos, analiza los efectos de la marginación periférica de la región en los textos Algunos crímenes norteños, Otras caras del paraíso y Gótico lagunero de este autor de Coahuila. Amparán utiliza el género policiaco para explorar la formación de un México periférico transnacional que se debate entre el fervor patriotero y el nacionalismo “malinchista” a todo lo que representa México. Esta nueva generación, entre la que se encuentra Francisco Reyes Ibáñez (el ingeniero que protagoniza la novela), se ve lanzada hacia lo transnacional en sus gustos por la música, el cine, las lecturas y la televisión.

    Y cierra la colección el ensayo de Ignacio Corona, “Violencia, subjetividad y mediación cultural: un abordaje al neopoliciaco a través de la narrativa de Élmer Mendoza”, que critica la falta de inseguridad, la violencia oficial, la cultura del terror y la impotencia del Estado ante una violencia invisible que se plantea como remanente del sistema colonial. El ensayo se concentra en la manera en que estos dos textos se convierten en formas de mediación cultural y construyen diferentes formas de subjetividad en los espacios ideológicos de la “cultura del temor”. Corona se plantea también cuestionamientos genéricos (si son policiacas o neopoliciacas) sobre dos novelas, Un asesinato solitario y El amante de Janis Joplin. Nos lleva, igualmente, a un nuevo cuestionamiento de la homogeneidad étnica, política y cultural de la nación y a la falta de credibilidad de su sistema judicial, que conduce a una cultura del temor en la que el fatalismo “impide al ciudadano hallar alternativas a la constatable fragilidad de las redes de protección legal” (177).

    En resumen, El norte y su frontera en la narrativa policiaca mexicana, un libro que podría encuadrarse dentro de los border studies o estudios de frontera, reúne un conjunto de ensayos de alta calidad crítica que abre las puertas a futuras investigaciones sobre la literatura y el tema de la frontera internacional entre México y Estados Unidos.  Este mundo, a veces de espaldas al centro de México, nos lleva inevitablemente a cuestionamientos identitarios y a la problematización del nacionalismo mexicano tradicional. Los ensayos van seguidos de un breve nota biobibliográfica de cada crítico. En cuanto a la edición de Plaza y Valdés, cabe notar que a veces resulta molesta la gran cantidad de palabras que aparecen innecesariamente divididas por guiones en medio de la frase.


    *U.S. copyright law prohibits reproduction of the articles on this site "for any purpose other than private study, scholarship, or research" (see Title 17, US Code for details). If you would like to copy or reprint these articles for other purposes, please contact the publisher to secure permission.